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Carolina Lapausa, actriz y coach personal, nos cuenta como seguir adelante tras la pandemia


Mientras la sesión fotográfica en Homestudio, Carolina Lapausa, actriz y coach personal, nos cuenta como seguir adelante tras la pandemia:

"Una de las cosas que más me ayudan a desarrollarme como persona es reflexionar, y leer. Me siento identificada con corrientes de pensamiento humanista e intento tener un pensamiento propio sobre cómo veo yo las cosas; por eso dedico horas y horas a cuestionarme, y reflexionar sobre todo lo que me rodea, los caracteres, cómo nos relacionamos unos con otros, qué buscamos, por qué hacemos lo que hacemos. Hago terapia desde hace muchos años y gracias a ella he aprendido a entenderme y a cuidarme, a observar mis carencias y mis virtudes, y a entender a los demás desde ahí. Este es un mundo cada vez más deshumanizado, donde ocupamos un rol o una etiqueta porque es más fácil juzgar que entender, poder entrenar esa mirada más humanizadora me parece vital para construir una sociedad más colaborativa y justa. Y esto es ideología, cómo elijo relacionarme con el mundo.
Formarme como coach también me ha ayudado. Ser coach es aprender a pensar en preguntas, no en respuestas ni en juicios; y aplicarlo a otros para acompañarles en un nuevo aprendizaje, un camino propio fuera de prejuicios, idealizaciones o limitaciones. 

Como actriz, me hace muy feliz poder hacer sentir a los demás. Tener la oportunidad de provocar una reacción, una emoción o sentimiento me hace sentir afortunada. Si llegan al teatro o se sientan frente a la pantalla, les provoco, sienten, y salen con algo diferente a como han llegado, transformados de alguna manera, me doy por realizada. El arte nos mueve. Lo que se produce en ese momento es mágico. No hay palabras para describirlo. 
Con la pandemia nos hemos dado cuenta de la importancia de los cuidados y de lo esencial. Creo que hay un movimiento latente, encabezado por las mujeres ya que históricamente hemos ocupado ese rol de género, que busca un modelo social más trasversal, donde todos seamos conscientes de que nos necesitamos unos a otros, da igual el sexo, la raza, la formación académica, o el dinero. Hay una demanda de un cambio del modelo social en el que pasemos de una pirámide jerárquica a una red colaborativa en donde todos importemos lo mismo, y haya igualdad de oportunidades reales.
Hasta que entendamos que mi bienestar está relacionado directamente con el bienestar de los otros no habremos cambiado. Es necesario entender que el otro es diferente a mí, tiene sus circunstancias, sus propias experiencias de aprendizaje que han determinado su visión del mundo y sus necesidades que a lo mejor no tienen que ver con las mías. No necesariamente el mundo debe ser como yo quiero o cómo yo lo vivo. Para mí esa es la base del respeto y de la madurez. Vivimos en un mundo cada vez más narcisista y confundimos conceptos como derechos, obligaciones o privilegios. Por ejemplo con el tema de las mascarillas, cada uno tiene derecho a opinar o creer, pero tiene la obligación de cuidar al resto. La gente se queja con una intensidad desmesurada, nos piden llevar una mascarilla, algo que el personal sanitario lleva 12 horas al día y no les pasa nada, no nos piden darnos latigazos mientras andamos de rodillas... El ejercicio de la libertad va de la mano del ejercicio de la responsabilidad.
Lo único que tenemos es el momento presente, el "aquí y ahora". No sabemos cómo vamos a llegar al mañana. Aprovecha la oportunidad que te brinda cada momento para estar de verdad. Intenta hacer del mundo un lugar un poco mejor para todos, y si necesitas ayuda pídela, tienes derecho. Alimenta los vínculos con una buena conversación, con abrazos y contacto cada vez que se pueda, ahora busca sustitutos como decir más veces te quiero.

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